Por: Christian Espino C. “James”
Fotos: José Jorge Carreón / Cortesía

Con dos fechas en el Auditorio Nacional una con un  sold out y la otra le faltó poco para serlo el trío islandés de post-rock experimental, Sigur Rós, liderado por Jónsi Birgisson y compañía dieron una catedra musical, lo que hizo que el público asistente los despidiera con una amiga ovación de pie.

Con  una mezcla de visuales al cargo de Knights Of Illumination hicieron que el viaje fuera más intenso, un concierto divido en dos sets, la primera parte inicio con “Á” que de forma inmediata logró enganchar a los asistentes al coloso de reforma, le siguió “Ekki Mukk”, “E-Bow.

Al terminar la primer parte el ambiente era de un sopor enigmático, que tomo por sorpresa porque nadie esperaba que el espectáculo estuviera dividido en dos actos, fue un buen  momento para poder ir la baño y por un chela.

Al iniciar la segunda parte del concierto, el trío liderado por “Jónsi” aparecieron detrás de una pantalla en forma de malla, que con las proyecciones hacían que los músicos se vieran de forma espectral o fantasmagóricamente.

Esta mitad comenzó con  “ Óveður”, “Starálfur” y “Sæglópur”, las proyecciones eran comulos de estrellas, figuras tridimensionales, que le daban una perspectiva diferente a la música de esta estupenda banda, que en su anterior visita fue en el Córdoba Capital se vivió de una forma diferente.

Fue tanta la euforia que el público tenia, que contagio a los músicos al grado que al término Jónsi azota contra el piso superior guitarra sin llegar a romperla, y Dyrason  por su parte quito un plato de la batería y termino por aventarlo.

Fue una catarsis la que los asistentes sintieron cerca de dos horas, gracias a todos los elementos fusionados por parte de Sigur Rós.

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