Por: Óscar Quintero
El latido de la música volvió a retumbar en cada rincón del Vive Latino 2025, y qué mejor manera de celebrarlo que dentro de este festival que ya es tradición, donde la diversidad sonora y las emociones no conocen límites.
Desde que uno pone un pie en la verbena del Vive, el ambiente lo envuelve: puestos de merch, vinilos, playeras, posters, comida, chelas bien frías y un sinfín de recuerdos y momentos listos para llevarse a casa. Pero más allá de los souvenirs, la verdadera esencia del festival está en cada acorde que vibra desde los escenarios.
Y como buen festival que es reflejo de su tiempo, la lucha y la resistencia estuvieron presentes. Caifanes, con décadas de historia y himnos de protesta, demostró que el rock sigue siendo un poderoso altavoz contra las injusticias. Sus letras, cargadas de fuerza, nos recordaron que la música también puede ser un acto de rebeldía… y todo de manera pacífica.
Pero no todo fue lucha; también hubo espacio para los corazones románticos y las vibras refrescantes. Siddhartha nos regaló un set cargado de sentimientos, con canciones que conectaron directo con el alma de los asistentes, demostrando que el rock también puede ser tierno y envolvente.
La nostalgia fue otra gran protagonista. ¿Quién no vibró con clásicos de Duncan Dhu, el estilo único de The Guapos, la energía de Foster the People y el poder inigualable de los legendarios Scorpions? Cada uno, a su manera, nos llevó a recorrer épocas y emociones que parecían dormidas.
Y para que nadie se quedara quieto, Los Ángeles Azules pusieron a bailar hasta al más rockero, con sus cumbias irresistibles, mientras que Clubz trajo ese toque alternativo y bailable que encendió sonrisas y cuerpos por igual.
Así arrancó el primer día del Vive: entre rebeldía, amor, baile y una buena dosis de rock para todos los gustos. Un inicio con el pie derecho, dejando claro que este festival no solo es un espacio para escuchar música, sino para vivirla, sentirla y hacerla parte de nuestra historia.