Por: Elizabeth Cruz
Fotos: OCESA / Lulú Urdapilleta
El Auditorio Nacional se transformó en un auténtico rancho pop la noche del sábado, cuando Ha Ash llegó para convertir la capital en “Haashville”, un universo de música, amor y conexión total con sus fans. Entre sombreros vaqueros, botas brillantes y atuendos estilo country, miles de personas llenaron el recinto para vivir una velada que resultó ser mucho más que un concierto: fue una fiesta de emociones.
Ashley y Hanna, las inseparables hermanas que han conquistado el corazón del público latino, ofrecieron un show inolvidable donde cada nota, cada palabra y cada gesto reafirmaron por qué son uno de los dúos más queridos de la música en español. Desde el primer acorde, la energía fluyó entre el escenario y las butacas, creando una complicidad mágica con su público.
Uno de los momentos más emotivos llegó cuando invitaron a tres fans al escenario para cantar con ellas el tema “Cien años”, una canción que, como dijeron, “está escrita para ustedes, porque sin ustedes no hay Ha Ash”. Las lágrimas no tardaron en aparecer, tanto arriba como abajo del escenario.
Pero si eso fue especial, la gran sorpresa de la noche desató una ovación de pie: Alicia Villarreal apareció de manera inesperada para unirse a Ha Ash en dos temas que encendieron el alma del público: “Te aprovechas” y “Amiga date cuenta”. El combo fue explosivo, con tres potentes voces femeninas que se fundieron en una sola celebración de fuerza y sororidad.
La escenografía no se quedó atrás. Inspirada en la estética de un pueblo country, “Haashville” cobró vida con impresionantes visuales, luces perfectamente sincronizadas y una ambientación que llevó al público a un viaje por paisajes sonoros que mezclaron lo romántico con lo festivo, lo melancólico con lo poderoso.
Con cada canción, Ha Ash reafirmó por qué sigue siendo una referencia en la música pop latina. El concierto no fue solo un recorrido por sus éxitos, sino una experiencia compartida entre artistas y fans, donde las emociones fueron las verdaderas protagonistas.
Esa noche, la CDMX no solo cantó: vivió y sintió con Ha Ash. Y cuando se apagaron las luces, “Haashville” no desapareció… se quedó latiendo en el corazón de todos los que estuvieron ahí.