Por: Óscar Quintero
En la reciente presentación del filme Santos, una serie de historias que fusionan situaciones de problemática social con la música creativa de Eme Malafe, los
espectadores fueron testigos de una poderosa crítica a las realidades más duras de la sociedad actual.
El proyecto reúne seis historias entrelazadas que forman una serie, cada una dedicada a explorar diferentes aspectos de la vida alrededor de «El Diablo». Estas historias abarcan temas como la violencia, el narcotráfico, la desesperación de mujeres, el tráfico de menores, y otros problemas «normales» en una sociedad en constante crecimiento y transformación.
Cada capítulo es una crítica despiadada a estas problemáticas, y a la vez, una ofrenda a los sentimientos más profundos. Las historias son obras de arte que se adentran en las emociones y las entrañas, dedicadas al amor, las risas, la rabia, el cariño, el dolor, el coraje y el llanto. En México, hasta el «Diablo» llora.
Millones de jóvenes están inmersos en mundos de delincuencia, violencia y miseria, muchos de ellos empujados por la carencia económica y la falta de amor y dirección. En lugar de ofrecerles apoyo, la sociedad tiende a criticarlos, juzgarlos y culparlos.
“Al fin y al cabo, ellos tienen la culpa, ¿no? ¿Pa’ qué nacieron ahí? ¿Por qué no crecieron de otra manera? Pinches pobres son re pendejos, ¿Pa´ qué tienen más hijos?”