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El Tri en el Estadio GNP: Nostalgia, rebeldía y puro rock and roll

Por: Óscar Quintero
Fotos: OCESA / Liliana Estrada 

El pasado sábado, el Estadio GNP Seguros, fue testigo de una noche electrizante con El Tri, una banda icónica del rock mexicano que, tras 55 años de trayectoria, sigue encendiendo los escenarios con su inconfundible esencia. Alex Lora, el incombustible líder y cronista urbano del país, se entregó junto a su banda a un público multigeneracional que abarrotó el recinto con un mismo objetivo: celebrar el legado del rock and roll.

Desde el primer acorde de «La raza más chida», el ambiente se impregnó de folclore y patriotismo, una llamada a la identidad nacional en un contexto geopolítico convulso. No faltaron los momentos de protesta, característicos en la discografía del grupo, como los mensajes de repudio contra el presidente de Estados Unidos, una catarsis colectiva que resonó entre la audiencia y reflejó la indignación de muchos migrantes mexicanos.

El concierto marcó no solo la culminación de cinco décadas y media de carrera, sino también el inicio del año 56 de El Tri en la escena musical. Y no podía haber mejor escenario que el Estadio GNP Seguros, que recibió a seguidores no solo de la Ciudad de México, sino de todo el país, así como de Estados Unidos y Latinoamérica. A mitad del show, la banda recibió un reconocimiento por su trayectoria, un homenaje a su impacto en generaciones de rocanroleros mexicanos.

Con su estilo irreverente y su autenticidad intacta, Lora cantó, tocó, gritó y conectó con su público, que en cada pausa coreaba el ya clásico «¡huelero, huelero!». Entre los temas que hicieron vibrar la noche estuvieron «Perro negro y callejero», «Metro Balderas,» «El niño sin amor», «Abuso de autoridad», «Pobre soñador», «Todo por el rock and roll», «Las piedras rodantes» y «María Sabina», canciones que han trascendido décadas y se han convertido en himnos del imaginario popular mexicano.

El Tri demostró, una vez más, que su legado está más vivo que nunca. Su música, su rebeldía y su crítica social siguen siendo el estandarte de un rock que no solo se escucha, sino que se siente y se vive.

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