Por: Amaury Berdejo

Caribou es una de esas agrupaciones que con el paso del tiempo se han convertido en elaborados actos en vivo que mantienen comprometidos y enamorados a sus fans alrededor del mundo. Esos fans han hecho que la banda liderada por Dan Snaith, originario de Dundas, Ontario, esté catalogada prácticamente como de culto.

La noche del 29 de marzo nos dimos cita en el Auditorio BB, el espacio perfecto para el tipo de show que ofrece Caribou por su intimidad pero también por su amplio espacio vertical y acústica ideal para un show de música electrónica.

La noche comenzó con el DJ Suricata, un músico y productor mexicano que presentó un set de ritmos tranquilos, casi ambientales, acompañados de beats espaciados y con un fondo de coloridos visuales que daban la impresión de ser un performance más que un show musical, un acto al que vale la pena seguirle la pista.

Después aparecieron en el escenario Dan y compañía, prácticamente uniformados de blanco como en un acto teatral, el color ideal para eliminar la distracción y dejarse deleitar por el show visual que se iba a presenciar.

Con las canciones “Filtered Grand Piano” y “New Jade” se calentaron motores, liberando algo de la tensión y emoción que el público estaba viviendo. Después de la primera pausa y el primer saludo de Dan al público, los asistentes comenzaron a cantarle las mañanitas, gesto que arrancó sonrisas de la banda.

Acto seguido y también para liberar la energía de ese pendiente musical con los fans, la banda arrancó con “Odessa”, uno de los hits del grupo que oficialmente inauguró los pasos de baile entre los asistentes.

Seguramente lo leerán en otras reseñas, pero el diseño visual del show fue de una curaduría sensacional. Sin recurrir a efectos desmedidos, sino interpretando y fluyendo con cada pieza, las plastas de color en movimiento que se presentaban en la pantalla realmente daban la impresión de estar ante una obra sensorial del tipo que ves en un museo de arte moderno, con elementos simples como franjas, puntos, divisiones geométricas y colores contrastantes, el resultado fue un ambiente completamente envolvente que no saturaba los sentidos, los dejaba fluir.

El setlist siguió con “Our Love”, “Silver” y “Bowls”, que una tras otra se conectaban sin mayor problema. Algo interesante de ver a un proyecto electrónico con músicos en vivo es disfrutar de algunos sonidos que muchas veces no están en las grabaciones, como los diversos platillos que empleaba el baterista, el bajo tan procesado que acompañaba los beats principales y por supuesto, ver a Dan Snaith divirtiéndose con sus compañeros y en sintonía con la gente.

Las esperadas “Ravi”, “Sun” y “You Can Do It”, fueron el clímax de la noche y anunciaban la despedida de la banda, que después de una breve pausa volvió para regalarnos un último y emblemático tema, “Can’t Do Without You”.

Hay muchas sensaciones cuando termina un concierto, a veces euforia, a veces melancolía. Fue muy gratificante que al terminar este show la vibra fuera de satisfacción por haber presenciado un acto tan armado para disfrutar con los sentidos, con la certeza de que fue uno de las mejores presentaciones «de nicho» en la ciudad en lo que va del año.