Por: Óscar Quintero
Fotos: OCESA / Liliana Estrada
El pasado fin de semana, el Pepsi Center se transformó en una pista de baile norteña-electrónica gracias a Nortec: Bostich + Fussible, quienes hicieron vibrar al público con su inconfundible fusión de tambora, tuba, sintetizadores y beats que ya forman parte de la historia musical de México.
Desde los primeros minutos, los asistentes no pudieron quedarse quietos. La cadencia característica de Nortec puso a todos a mover el tacón, confirmando por qué este colectivo nacido en Tijuana ha conquistado escenarios en todo el mundo durante más de dos décadas.
Uno de los momentos más electrizantes de la noche fue cuando al set se sumaron músicos de banda, logrando una fusión que llevó la experiencia a otro nivel. La tambora se abrazó al techno, los metales coquetearon con el house y la fiesta se volvió un ritual fronterizo en el que cada acorde recordaba que México también puede sonar futurista sin dejar atrás sus raíces.
La celebración no solo fue musical: Nortec reconoció a los proyectos que han formado parte de su camino, al equipo creativo que los ha acompañado y, como broche de oro, recibieron un disco doble de platino por las ventas de Tijuana Sound Machine (2008), un álbum que se convirtió en emblema de la electrónica mexicana.
Clásicos como «Bang Bang», «Tijuana Makes Me Happy», «I Count the Ways» o «Sueño Fronterizo», fueron coreados y bailados con euforia, en versiones que se reinventaron para sonar frescas sin perder su esencia. A esto se sumó la presencia del bajista César Pliego, cuyo virtuosismo y energía en el escenario arrancaron ovaciones a cada instante.
Con 25 años de trayectoria, Nortec: Bostich + Fussible demostraron que su propuesta no es solo música, sino un lenguaje que representa identidad, evolución y orgullo fronterizo. Una fiesta que no solo se escuchó, sino que se vivió en cada paso, en cada grito y en cada latido del público que salió convencido de que Nortec sigue marcando el compás del futuro musical de México.