Por: Paulina Sánchez
Fotos: OCESA / Liliana Estrada
40 años se dice fácil pero para los Fabulosos Cadillacs es toda una trayectoria que debe ser festejada con las personas que lo han hecho posible, sus fans, es por esto que el concierto del pasado 19 de noviembre en el Auditorio nacional fue todo un éxito.
La noche empezó con fuerza con una de las canciones más emblemáticas de la banda argentina “Manuel Santillán, El León”, como un latido colectivo que explotó apenas inició el tema. Y aunque Vicentico salió apoyado en un bastón, bastaron unos segundos para que esa chispa inagotable que lleva dentro encendiera todo el escenario. La sorpresa de la noche llegó con “C.J.”, una joya que rara vez tocan en vivo.
Sonó mágica: Flavio acariciando el chelo, Vicentico cantando con esa voz que duele y sana al mismo tiempo, guitarra acústica en mano. Fue un regalo melancólico, perfecto para un festejo de aniversario que merecía ser inolvidable. El público lo supo y los ovacionó como sólo se ovaciona lo que toca el alma. Después llegó ese himno que nunca falta, “Calaveras y Diablitos”, recordándonos a gritos y con sonrisas que “la vida es para gozarla, para vivirla mejor”. El Auditorio entero la cantó a pulmón abierto. Y “Siguiendo la Luna”… ese momento que siempre parece detener el tiempo.
El estallido total llegó con ‘Carnaval Toda La Vida’, ‘Mal Bicho’ y ‘El Satánico Dr. Cadillac’. El Auditorio se volvió una fiesta salvaje, un torbellino de energía donde nadie, absolutamente nadie, estaba listo para que la magia terminara. Pero el cierre no pudo ser mejor que con canciones que han marcado la historia de la banda como “Matador», “Vasos
Vacíos” y «Yo No Me Sentaría En Tu Mesa”. Porque ver a Los Fabulosos Cadillacs en vivo no es sólo un concierto. Es sentir, vibrar y recordar por qué son, y seguirán siendo, una de las bandas más grandes en la historia del rock en español.
