Nota por: Ángel Santillán

El salsero, poeta y letrista panameño Rubén Blades, regresó a la Ciudad de México para poner en ambiente latino el Auditorio Nacional, quien pese a sus huecos muy evidentes al no lograr llenar el recinto, se mantuvo siempre alegre ante la presencia de una de las leyendas vivientes de La Fania All Stars.

Durante poco más de 3 horas de duración del show de Blades pudimos escuchar canciones cumbres en la carrera del músico, así como también pudimos escuchar relatos e historias en viva voz de su protagonista que siempre mantuvo un humor sencillo y accesible, dando a notar el increíble humano que es.

Para comenzar la noche, la banda estadounidense Making Movies ofreció lo mejor de su repertorio entre ritmos que iban desde la salsa, la cumbia, hasta ritmos más estridentes como el rock psicodélico. Los de Kansas, de a poco se fueron ganando el respeto del público gracias a su muy buen performance donde, en palabras de su vocalista, «no se querían ir del escenario».

Bastaron solo unos cuántos minutos para que la producción pusiera todo en orden para la Salsa Big Band Orquesta de Roberto Delgado. Y a sí, tomando sus pocisiones y entre aplausos de 5 tiempos del público, convocaran al grandioso Rubén Blades para arrancar con Plástico y su siempre genial inicio funk que cambia de manera drástica a salsa, un extracto de su afamado disco Siembra que crearía junto a Willie Colón para La Fania Records.

Pablo Pueblo, Desciones, Las calles fueron los temas que le siguieron al repertorio antes de llegar a Ojos de perro azul, una canción que a su vez es una adaptación a cuento corto de la creación de Gabriel García Márquez, a quien recordó como un muy buen amigo.

«Esta es una de mis creaciones más malandras que he hecho, al lado de Willie Colón, para ser interpretado por un ser con un espíritu aún más malandro: Héctor Lavoe«,
mencionó Blades para con eso empezar a sonar Te andan buscando.

Durante la interpretación de Todos Vuelven, sobre la pantalla trasera del escenario se proyectó un video recordando a personajes y nombres allegados y queridos por parte de Rubén Blades que ya han fallecido; tales como Lou Reed, José José, Juan Gabriel, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, entre otros, haciendo nostálgica la velada, complementándola aún más con Amor y Control con la que, estoy seguro, a más de uno se nos salieron unas lagrimas.

La hermosa Vino Añejo, el relato Juan Pachanga, la dolorosa Paula C y los grandiosos covers Arallue (Ray Barreto), Watch What Happens (Tony Benett) y The Way You Look Tonight (Jerome Kern), sonaron en secuencia antes de llegar a una de sus mejores creaciones líricas, de la cual él mismo se desapega y le brinda todos los créditos a Héctor Lavoe por inmortilazarla. Por supuesto, hablamos de El Cantante.

La noche parecía no tener fin y Rubén Blades tampoco tenía mucha prisa, así que junto a su orquesta, tocaron Aunque tú no me quieras, Maestra Vida y su obra cumbre Pedro Navaja que puso a todos a cantar y a algunos tantos a pararse de sus asientos a bailar. Y cuando ya se pensaba había terminado el show al tomarse la foto con toda la orquesta y el público, Blades regresó a su posición para seguir cantando «hasta que los corrieran».

Yo puedo vivir del amor, Buscando América y Patria finalizaron un set de 24 canciones entre historias, anécdotas y una sencillez que detonó la grandeza de un hombre legendario, que pertenece al pueblo, al barrio y al espíritu latino con su música y su legado.