Puerquerama

Nota y fotos por: Alehli Martínez

La protesta ante la injusticia diaria, el rechazo a la monotonía y los gritos de rebeldía ansiando libertad fueron los protagonistas del show del pasado 20 de septiembre en el Lunario del Auditorio Nacional. Al son de  Puerquerama, Nunca Jamás y Machingon, cientos de fieles seguidores se reunieron en dicha sede de la Ciudad de México, y con el corazón en la mano, entonaron cada una de las canciones mientras saltaban y bailaban como si intentaran hacer de aquélla una noche eterna.

Sin tanto preámbulo, Puerquerama inauguró la fiesta en el Lunario. Desde su carácter político e irreverente, los miembros de la escena underground mexicana hicieron bailar a todos los presentes. Del escenario no sólo emanaba rock, reggae, ska y otros géneros musicales fusionados,  también se sentía el deseo de unión, la esperanza por el cambio, las ganas de ser escuchados por su público, y sobre todo, por ser la voz del mismo. Para los asistentes que no los conocían se presentaron con “Puerquelectric”, pero no tardaron en propiciar críticas y reflexiones con canciones como “Socialismo y barbarie”, “Tigre” y “Danza Lumpen”,  track con el que decidieron hacer un homenaje al gran Armando Palomas, quien se encontraba entre el público, y que más tarde hizo una aparición especial en compañía de Machingón.

Después de un despojo de camisas, bailes incesantes y brincos que hacían vibrar el recinto, los miembros de Puerquerama exhortaron a todos aquellos que tuvieran algo que expresar, a que no se callaran más, a que fueran ellos mismos, que hablaran, que gritaran, que se mostraran sin miedo y que rompieran con los estereotipos. La banda dejó claro que cada uno de ellos es distinto en apariencia, pero que son tan humanos como los espectadores, lo que evocaba comprensión y sentido de lucha en conjunto. Para concluir su participación, Fu ofreció las siguientes palabras: “El lunes que lleguen a renovar la vida rutinaria […], si se arman de valor, díganle al jefe, con el pecho arriba y la mirada al frente: ‘ya no meteré las manos al fuego por usted, rufián’”.

Después de un breve intermedio para ajustar instrumentos y sonido, Nunca Jamás se apoderó del escenario con su famoso rock agropecuario, entonando “Nada” y siendo coreados por los cientos de fans que asistieron al evento. La aclamada banda tapatía intensificó los ánimos de la noche, no permitieron que el público se enfriara y los hicieron rasgarse la garganta con gritos y cantos que denotaban que la noche apenas comenzaba. Pedro Verdez, César Bernal y Omar Sainz, integrantes de la agrupación no repararon en energía ni actitud, encendieron el Lunario y no pararon hasta ver que cada miembro del público los seguía con palmadas y pasos de baile formulados ahí mismo.

En repetidas ocasiones destacaron su rechazo a los prejuicios y el gran orgullo que sienten por ser mexicanos, y sus enormes ganas de contagiar ese fuerte sentimiento; para reafirmar esto, tocaron “Demasiado mexicano”. Entre su repertorio también se encontraron “Es un trabajo sucio”, “Un minuto más”, “De una vez” y “Venimos del desierto”.

Finalmente llegó la explosiva cereza de la noche, Con gran entusiasmo y con las máscaras puestas, Machingon iluminó la noche. Sus admiradores se acercaron rápidamente a la valla, entre ellos, niños pequeños que, emocionados, esperaban a la banda. El ambiente continuó siendo cálido y agradable, el rock no se detenía. La banda arrancó con “Lucha”, que era fielmente seguida por las voces del público de principio a fin. Hicieron bailar a los asistentes con “Cariño venenoso” y más tarde con sus propias versiones de “Payaso de rodeo” y “No rompas más”. Asimismo, hubo una importante intervención, pues al lado de Armando Palomas interpretaron “Mexicano”. Otro de los covers que presentaron, y con el que el hicieron vibrar el lugar de reunión fue “El triste”, mientras se proyectaban imágenes del intérprete original, José José.

La gran celebración terminó, dejando innumerables mensajes para todos aquellos que estuvieron, que cantaron y que bailaron. Cada banda dejó claro su aprecio por la libertad, el respeto y la tolerancia; hicieron de la música el pretexto perfecto para gritar por quienes no se han atrevido a levantar la voz.

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